Un pequeño cuento para entretenerlos:
El Árbol
El prado lucía tan esplendoroso como la última vez que había
estado allí. La luz del sol reflejaba sus aún débiles rayos en el rocío que la
noche había depositado delicadamente sobre los pétalos de las flores. Aquel
gran árbol aún descansaba tranquilamente a un costado del descuidado campo de
trigo, brindando una agradable sombra en los fuertes días de verano. Me acerqué
a él con cautela y acaricié su corteza, la rugosidad de ésta lastimó mis manos,
dejándolas ligeramente mutiladas, y brindándome aquel dolor de consuelo.
Retrocedí a aquel día, ella se encontraba sentada a mi lado, llevaba aquel
hermoso vestido de margaritas, pero ahora sus ojos se encontraban sin vida,
mirándome acusadores, pero pronto iba a conseguir su perdón.
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